Bloque Contemporáneo

  • IMPRESIÓN: SOL NACIENTE
   










Este cuadro se titula Impresión: sol naciente, y es la obra fundacional del movimiento impresionista, que recibe de ella su nombre. 
Su autor es Claude Monet (1840-1926), quien lo pintó en 1872. Se conserva actualmente en el museo Marmottan de París (Francia), del que fue robado en 1985 y recuperado en 1990.


Comentario histórico-artístico:
Nos situamos a finales del siglo XIX, siglo de revoluciones en todos los campos. La segunda revolución industrial comenzó precisamente a finales de este siglo, y duró hasta 1940, conllevando una serie de innovaciones tecnológicas: nuevas fuentes de energía,  sustitución del hierro por acero y aluminio, nuevas industrias (química, alimentaria, eléctrica), innovaciones en transporte (aviones, automóviles) y proliferación de las  telecomunicaciones (fotografía, teléfono, radio). En el ámbito organizacional, se adoptaron nuevos métodos de producción basados en el trabajo en cadena (Herny Ford). Asimismo se planteó la organización científica del trabajo (taylorismo) para reducir costes y tiempos. Fue una época tendente a la concentración empresarial (trusts, holdings y cartels), dándose el apogeo del capitalismo.

La sociedad burguesa y liberal europea comenzó a dejar atrás la visión romántica genuinamente pesimista y, confiada en el progreso, se lanzó a una conquista del mundo que inauguró el periodo del imperialismo. Los motivos económicos (necesidad de importar materias primas y exportar excedentes), sociales (crecimiento demográfico exagerado) y sobre todo ideológicas (nacionalismo y eurocentrismo) que motivaron esta etapa concluyeron con la Conferencia de Berlín en 1885, en la que las principales potencias se repartieron los territorios africanos. La subordinación de las colonias a la metrópoli y la explotación exhaustiva de las mismas habían levantado ya demasiadas tensiones a finales de siglo, conduciendo a una verdadera crisis. Esta creciente convulsión se debió a la guerra franco-prusiana (el II Imperio Francés había caído en Sedán, y la república aplastó las comunas generando una crisis interna en Francia, mientras la nueva Alemania del canciller Bismarck se erigía como potencia continental), la crisis económica de 1873 y el clima belicista durante la paz armada ante la certeza de una guerra inminente.
Fue además una época de transformaciones sociales, aprobándose el sufragio universal masculino, proliferando los sindicatos y extendiéndose las ideas marxistas. En la mentalidad y cultura de la época se plasmaron en el irracionalismo (con pensadores partidarios del individualismo y el nihilismo, como Schopenhauer o Nietzsche) y en el decadentismo (visión pesimista y elitista de la sociedad).
En este contexto y como género pictórico inmediatamente anterior y opuesto al impresionismo, surge el realismo, que proponía la observación objetiva de la realidad del momento, a la que identificaba con el progreso. Sus máximos exponentes fueron J. F. Millet, G. Courbet y H. Daumier. Simultáneamente, un grupo de pintores sistemáticamente rechazados por defender una pintura basada en la experiencia visual (subjetiva) en vez de una pintura hecha a partir de una visión tradicional, objetiva y supuestamente estable, comenzaron a exponer en la vivienda del fotógrafo Nadar a partir de junio de 1874.
El impresionismo se corresponde con una transformación social (florecimiento de la burguesía) y filosófica (aparición del positivismo). Para la clase burguesa, el campo, marco de tantas pinturas de Monet y Renoir, ya no es lugar de trabajo sino de excursión. La ciudad adquiere importancia como centro cultural, cobrando relevancia también la noche y sus habitantes, los cafés, los paseos, los locales nocturnos, el ballet… Pero lo característico del impresionismo no son los temas sino la importancia que se le da al color y a la óptica. Todo objeto natural, afectado por la luz y el color, es según los impresionistas susceptible de ser representado en arte; por eso se vuelcan en paisajes llenos de luz.

Se dio una renovación en el arte a causa de la invención de los tubos de pinturas, sobre todo óleo, que permitió que los pintores saliesen a pintar al aire libre (en plein airLa aparición de la fotografía fue clave en el desarrollo del impresionismo; por eso se rechaza el realismo. Se emplearon nuevos pigmentos y se apoyaron en la ley del contraste cromático y la complementariedad de los colores. El color define el espacio, la luz, incluso el volumen de las figuras; se relega la forma definida a favor de esa impresión que causa al espectador la contemplación del arte. Aunque con diversas tendencias (japonismo, Grupo de Batignoles [en el que se enmarca a nuestro autor, Monet], etc.), el impresionismo se caracterizó por la predominancia de la pincelada ligera y corta, dejando entrever en ocasiones el blanco del lienzo. No suelen ser cuadros de gran tamaño, puesto que normalmente responden a encargos privados de burgueses.
É.  Manet  fue el precursor inmediato del impresionismo pleno, en el que enmarcamos a C. Monet y a otros autores como J. Sorolla en España, C. Pisarro, A. Sisley, E. Degas o A. Renoir; estos dos últimos también sobresalientes en escultura. Posteriormente, tendencias como el puntillismo y el simbolismo desembocarían en un neoimpresionismo representado por G. Seurat, O. Redon o P. Signac. Algunos pintores postimpresionistas, marcados fuertemente por las técnicas e ideales de este estilo, serán V: Van Gogh, P. Gauguin o P. Cézanne.

Comentario formal de la obra: 
Se trata de un óleo sobre lienzo de pequeñas dimensiones (47x64 cm). La pintura representa la impresión que causó la visión del puerto de Le Havre (Francia) en el pintor, distinguiéndose tres botes de remos remando en el agua tranquila y un fondo brumoso con las siluetas de las fábricas con chimeneas humeantes al fondo mientras el sol anuncia un nuevo día. Se trata por lo tanto de un paisaje que no pretende ser descriptivo de una realidad sino ilustrativo del impacto que dicho paisaje causó en el autor.
Es un cuadro con formato horizontal, y que por lo tanto transmite cierta sensación de estabilidad, reforzada por la composición en sí. Esta obra está realizada a base de pinceladas sueltas y vigorosas, que buscan inmortalizar el efecto de la luz sobre el agua y en el cielo (en un color cálido: naranja). Se trata de una técnica basada en la rapidez y espontaneidad de la plasmación de una impresión fugaz; las figuras (botes, fábricas, reflejos del agua) no están especialmente trabajadas, sino que son pinceladas inmediatas. No le interesan los detalles, sino el instante preciso de la escena.

El humo de las fábricas, al fondo, propicia el contraste entre las líneas verticales de que está compuesto y las horizontales que dominan la parte inferior del cuadro, el mar. La sensación de movimiento acuoso se consigue de forma magistral mediante pinceladas discontinuas en la superficie, y el reflejo anaranjado evita en todo momento una proyección estrictamente lineal. Podemos observar que las líneas naranjas están más distanciadas entre sí a medida que se avanza hacia el espectador: es una forma de crear un espacio profundo; por lo tanto el volumen no se consigue mediante un estudio matemático de la perspectiva. Por otra parte, la sensación atmosférica está plenamente conseguida gracias al efecto de la niebla y del humo en el fondo.
El color adquiere una gran importancia. Básicamente sólo hay dos colores en diferentes grados: azul (tendente al gris, como en el fondo, o más verdoso, como en el mar) y naranja (casi rojo en el sol y mucho más tenue en las pinceladas que rasgan el cielo). Es el contraste entre una gama de colores fríos, estancados en la noche, y la cálida luz del sol que introduce el amanecer en el puerto.
                Su única finalidad es el arte por el arte, no fue una obra encargada. Esta obra marca el comienzo de un movimiento revolucionario que otorga la mayor importancia al color y a la luz. Las pinceladas empastadas y abocetadas prefiguran ya la pintura abstracta. 
  • ALMUERZO SOBRE LA HIERBA
Este cuadro se titula Almuerzo sobre la hierba o Almuerzo campestre (Le Déjeuner sur l'Herbe, frecuentemente mal traducido como Desayuno sobre la hierba) y es una obra pre-impresionista expuesta en el Salón de los Rechazados (1863), a partir del cual nacería el impresionismo propiamente dicho. Fue pintado en 1863 por Édouard Manet (1832-1883). Se conserva actualmente en el museo de Orsay de París (Francia).

Comentario histórico-artístico:



    Nos situamos a finales del siglo XIX, siglo de revoluciones en todos los campos. Desde entonces hasta 1940 tendría lugar la segunda revolución industrial, conllevando una serie de innovaciones tecnológicas: nuevas fuentes de energía,  sustitución del hierro por acero y aluminio, nuevas industrias (química, alimentaria, eléctrica), innovaciones en transporte (a principios del siglo siguiente aparecería el avión, el automóvil a partir de 1885) y proliferación de las  telecomunicaciones (fotografía, teléfono, radio). En el ámbito organizacional, se adoptaron nuevos métodos de producción basados en el trabajo en cadena (Herny Ford). Asimismo se planteó la organización científica del trabajo (taylorismo) para reducir costes y tiempos. Fue una época tendente a la concentración empresarial (trusts, holdings y cartels), dándose el apogeo del capitalismo.
    La sociedad burguesa y liberal europea comenzó a dejar atrás la visión romántica y pesimista y, confiada en el progreso, se lanzó a una conquista del mundo que inauguró el periodo del imperialismo. Los motivos económicos (necesidad de importar materias primas y exportar excedentes), sociales (crecimiento demográfico exagerado) y sobre todo ideológicas (nacionalismo y eurocentrismo) que motivaron esta etapa concluyeron con la Conferencia de Berlín en 1885, en la que las principales potencias se repartieron los territorios africanos. La subordinación de las colonias a la metrópoli y la explotación exhaustiva de las mismas habían levantado ya demasiadas tensiones a finales de siglo, conduciendo a una verdadera crisis. Esta creciente convulsión se debió a la guerra franco-prusiana, que junto con las revoluciones liberales causó una crisis interna en Francia, y el afianzamiento de Alemania como potencia continental, así como a la crisis económica de 1873 y el clima belicista durante la paz armada ante la certeza de una guerra inminente.

     Fue además una época de transformaciones sociales, aprobándose el sufragio universal masculino, proliferando los sindicatos y extendiéndose las ideas marxistas. En la mentalidad y cultura de la época se plasmaron en el irracionalismo (con pensadores partidarios del individualismo y el nihilismo, como Schopenhauer o Nietzsche) y en el decadentismo (visión pesimista y elitista de la sociedad). En este contexto y como género pictórico inmediatamente anterior y opuesto al impresionismo, surge el realismo, que proponía la observación objetiva de la realidad del momento, a la que identificaba con el progreso. Sus máximos exponentes fueron J. F. Millet, G. Courbet (maestro de Manet) y H. Daumier. Simultáneamente, un grupo de pintores sistemáticamente rechazados por defender una pintura basada en la experiencia visual en vez de una pintura hecha a partir de una visión tradicional, objetiva y supuestamente estable, comenzaron a exponer en la vivienda del fotógrafo Nadar a partir de junio de 1874.
    El impresionismo se corresponde con una transformación social (florecimiento de la burguesía) y filosófica (aparición del positivismo). Para la clase burguesa, el campo, marco de tantas pinturas de Monet y Renoir, ya no es lugar de trabajo sino de excursión. La ciudad adquiere importancia como centro cultural, cobrando relevancia también la noche y sus habitantes, los cafés, los paseos, los locales nocturnos, el ballet… En Manet, encontramos múltiples desnudos femeninos junto con hombres vestidos, y de personas reconocibles, lo que en la sociedad contemporánea causó gran escándalo. Pero lo característico del impresionismo no son los temas sino la importancia que se le da al color y a la óptica. Todo objeto natural, afectado por la luz y el color, es según los impresionistas susceptible de ser representado en arte; por eso se vuelcan en paisajes llenos de luz. En este sentido los artistas plenamente impresionistas beben de la obra de Manet, en la que luz y color se tratan de forma inaudita hasta entonces.
     La aparición de la fotografía fue clave en el desarrollo del impresionismo; por eso se rechaza el realismo. Se emplearon nuevos pigmentos y se apoyaron en la teoría del contraste cromático y la complementariedad de los colores que había postulado Chevreul y que llevarían a su máximo esplendor en pintura Monet, Pisarro y Sisley. El color define el espacio, la luz, incluso el volumen de las figuras; se relega la forma definida a favor de esa impresión que causa al espectador la contemplación del arte. Édouard Manet  fue el precursor inmediato del impresionismo pleno, en el que enmarcamos a Monet, Degas, Renoir, Sisley y Pisarro, jóvenes artistas que se reunían con Manet en el café Gerbois de París y que a partir de 1874 formarían el grupo impresionista. Él es el punto de inflexión que rompe con el realismo de Courbet (de quien había sido discípulo), Turner y Constable, e inaugura una nueva corriente pictórica.

Comentario formal de la obra:
       La obra es un óleo sobre lienzo de grandes dimensiones (208 cm × 264,5 cm), de formato rectangular y horizontal (lo cual aporta sensación de estabilidad, equilibrio y continuidad). Es una composición en la que las figuras están dispuestas triangularmente y que tiene perspectiva aérea. Manet pareció inspirarse en una jornada de baño en el río Sena para realizar un desnudo en un paisaje. Para ello empleó a su modelo favorita, Victorine Meurent, junto al escultor holandés Ferdinand Leenhoof -hermano de Suzanne, su futura esposa- y a su propio hermano, Gustave. Los tres se sitúan entre los árboles, apreciándose el río Sena al fondo y a otra joven que sale del baño.
     La mujer desnuda dobla la pierna derecha en ángulo recto y la izquierda la dobla bajo esta. Apoya su brazo izquierdo en la rodilla y en su mano reposa la cabeza. Esta posición provoca un pliegue de su abdomen y permite entrever sus senos. Sentada encima de una de sus ropas de color azul, mira directamente al espectador. En la esquina inferior izquierda encontramos el resto de sus vestidos, junto a una cesta de fruta caída y un pan redondo que forman una especie de detalle a modo de bodegón. Los hombres conversan entre sí apoyados en la hierba con una pose desgarbada. Destaca el contraste entre los tonos negros de sus trajes y la clara desnudez de la mujer, sin tonalidades intermedias (el empleo del negro puro no era muy académico, por lo que las obras de Manet fueron muy criticadas). A derecha e izquierda de estos tres personajes, aparecen sendos árboles con abundante follaje de tonalidades verdosas.

     Aproximadamente, hacia la mitad del cuadro, una mujer ligeramente vestida vadea la corriente del río; agachada ante él, se sujeta con la mano izquierda los ropajes e introduce su derecha en el agua. Podría pensarse que su tamaño no es proporcional con el de la barquita de contornos difuminados que tiene a la derecha, y realmente es así: es una característica más de la pintura moderna que inaugura. En el fondo, Manet recurre al abocetado, quizá para marcar la sensación de profundidad y de aire, como hizo Velázquez, uno de sus pintores favoritos. Los contornos de los árboles se van desdibujando a medida que el espectador lleva la vista más atrás. El fuerte foco de luz incide directamente sobre el grupo, sin apenas crear sombras. En esta obra se plasma la teoría de contraste simultáneo del color, así como las leyes de colores complementarios, precisamente por su no aplicación: Manet utiliza multitud de colores análogos o armónicos, tan presentes en la naturaleza que retrata: verde y beige, azul y añil… Sin embargo, hay también algunos contrastes, como sucede con el árbol de colores rojizos difuminados situado encima de la bañista, entre otros verdes. La luz está tan presente que está incluso demasiado presente; los cuerpos desnudos sobre todo tienen una intensidad cromática tal que resulta casi antinatural, como el flash de una cámara fotográfica.
    La yuxtaposición de un desnudo femenino con hombres vestidos suscitó controversia cuando la obra se mostró por vez primera en el Salon des Refusés en 1863. Sin embargo, ya en los cuadros del barroco Tiziano o de Rafael, por ejemplo, encontramos desnudos; si esta obra resultó un escándalo en la sociedad de la época fue porque se reconocía a una joven de la burguesía. Aparte de considerar vulgar el que una mujer estuviera desnuda junto a jóvenes vestidos, numerosos críticos rechazaron la modernidad del estilo, desde el punto de vista cromático y compositivo. Sin embargo, fue un estímulo para los jóvenes pintores que más tarde harían nacer el impresionismo.
  • LA VIDA, PABLO PICASSO
  
  El título de esta obra es “La Vida” y fue pintada por Pablo Picasso en el año 1903.  

    Se encuadra en el estilo de las Vanguardias Artísticas y pertenece a su etapa azul. 

    Actualmente se encuentra en el Cleveland Museum of Art en Ohio, Estados Unidos.

Contexto histórico-artístico:

    El último tercio del siglo XIX se caracteriza por la expansión colonial, que permitió a los grandes imperios situarse en una posición hegemónica a nivel mundial. El sistema económico capitalista exigía materias primas y nuevos mercados para colocar los productos industriales.
Europa pasó de 300 a 450 millones de habitantes entre 1870 y 1914 y las colonias se convirtieron en un medio de escape para el excedente de población, especialmente para las clases humildes. Con frecuencia se justificaba la penetración cultural como una misión evangelizadora o civilizadora. Realmente eran los intereses políticos los que impulsaban a las potencias para lograr ventajas estratégicas en el control de rutas y territorios.

    Las revoluciones burguesas triunfaron en gran parte del mundo occidental y se impusieron progresivamente sistemas de gobierno más democráticos. La burguesía aumentó su poder económico e influencia, gracias a la prosperidad de la tierra y de las grandes empresas industriales, financieras y comerciales. Con la industrialización y el desarrollo tecnológico, las ciudades se hicieron más habitables. La iluminación eléctrica hizo las calles y plazas más seguras. También permitió a las clases medias y populares urbanas prolongar su tiempo de ocio. Las llamadas ¨sufridas clases medias¨, pequeños comerciantes, abogados, médicos, o profesores se dejaban ver por los cafés de la época, reuniones literarias, políticas o musicales. Junto al liberalismo, surgió en Europa, el nacionalismo, movimiento social, cultural, ideológico y político que pone a una determinada nación como el único referente de identidad, dentro de una comunidad política. Supuso una búsqueda de las raíces y tradiciones culturales propias de cada pueblo.
    Los artistas, pintores o escultores se encuentran en un desafío al que pretenden dar respuesta que este a la altura del conocimiento científico. La respuesta supone una ruptura absoluta con el lenguaje artístico que se mantenía desde el Renacimiento. Son las vanguardias históricas.  El individualismo implicaba que cada artista debía promover su propia vanguardia de carácter universal y verdadero. El  postimpresionismo, el  puntillismo,  el simbolismo pictórico, el expresionismo, el cubismo, el fauvismo, el surrealismo, el futurismo,  representarían a  una sociedad que vive la revolución por la revolución, la vanguardia por la vanguardia, la universalidad por la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez más pequeños, el ritmo cada vez más rápido. Esta obra pertenece a Pablo Picasso, nacido en Málaga en 1881. Tras regresas a Barcelona de Francia, comenzó el cuadro de La Vida, el lienzo más complejo de su época azul.

Comentario de la obra:
      Nos encontramos ante un óleo sobre lienzo de temática existencial, en la que la fuente del arte es el dolor. La técnica utilizada es el óleo, una mezcla de pigmentos coloreados con aceite de linaza o nuez. Destaca el color brillante y la posibilidad de rectificaciones por superposición de pinceladas, lo que proporciona mayor libertad al pintor. El formato del soporte es vertical, ya que provoca equilibrio y elevación, simulando un movimiento ascendente. La perspectiva es caballera, ya que las figuras del primer plano son mayores y la profundidad se logra con las figuras del fondo. Los colores más utilizados en el cuadro son degradaciones del color primario azul, el protagonista. Son colores fríos que absorben la luz y dan la sensación de alejarse de quien los observa, provocando tristeza. El azul es discreto. Mezclado con ocres, con un verdoso, con un toque lila.
     En esta obra nos encontramos a una pareja en una soledad silenciosa, imagen de la miseria, el sufrimiento y la desesperación trágica. Es un reflejo del clima social de la época.
Se contraponen dos grandes temas. El de la pareja desnuda, de pie y enlazada  y el de la majestuosa maternidad pobre, cubierta con un manto y los pies desnudos. Esta pareja evoca los rasgos de Carles Casagemas y su amante Germaine. Dos personalidades tiernas y delicadas. Una relación que llevo al  enamorado al intento de asesinato y al suicidio. La maternidad, icono en Picasso, presenta un perfil severo imitando a una estatua, modelado por la pobreza, que  aparece como  un retrato del dolor frente a la felicidad.

     La escena se desarrolla en un estudio del pintor donde un cuadro evoca la tristeza de la soledad, representada con una mujer, o hombre, sentado rodeando sus piernas y hundiendo su cabeza en las rodillas,  encima de él, el consuelo del calor humano, en la que el hombre rodea con los brazos y  consuela a una mujer, sumida en la soledad. La escena principal representa a los amantes sorprendidos por la mujer legítima. Es una confrontación entre el romanticismo que no piensa en el futuro y la realidad gravosa y dura. La mujer se apoya pensativa en un hombro de él, que señala lo que han sido y serán: niñez necesitada de cobijo y regazos y madurez camino de la ancianidad. La vida trata de representar las típicas "tres edades", muy comunes en el arte. La luz es muy importante, ya que a través del claroscuro se aprecian contrastes. La piel de la pareja, blanca y pálida, ya que van desnudos, se contrapone con el cabello oscuro y cenizo de ambos o la manta azul oscura que lleva la anciana.
   Pretende plasmas la inmortalidad de la sociedad, el egoísmo de los poderosos y la vida triste de los barrios miserables. Por lo que representa pobres, inválidos, desheredados o parias de la sociedad. También refleja el mundo azul del silencio en el que se mueven los personajes. Símbolo del sufrimiento y de una soledad orgullosa, de pureza moral. Picasso expresa en esta obra su desprecio por la burguesía. 
   En La Vida, Picasso introduce el tema  autobiográfico, ya que el hombre moreno de rostro es el amigo Casagemas, el pobre suicida a causa del amor sentido por Germaine Pichot. Un varón capaz de amar hasta el extremo de quitarse la vida, pero negado por la naturaleza para engendrar hijos en el cuerpo de una mujer.
Podemos relacionar esta obra con otras del artista perteneciente a la época azul, como Mendigos junto al mar, que presenta una composición muy similar. Retrata a personajes tristes y miserables de distintas edades.
  • LOS TRES MÚSICOS, PABLO PICASSO:

     El título de esta obra es “Los tres músicos”  y fue pintada por Pablo Picasso en el año 1921. Se encuadra en el estilo de las Vanguardias Artísticas y se sitúa en el período de cubismo sintético. 
        Actualmente se encuentra en el MOMA de New York.

Contexto histórico artístico:
    El comienzo del siglo XX supuso un incremento de la tensión internacional que desencadenó en la Primera Guerra Mundial.  Las rivalidades imperialistas y económicas entre las grandes potencias propiciaron la sensación de un inevitable conflicto alimentado por la confianza en la victoria gracias a los avances tecnológicos y la consolidación del nacionalismo exacerbado. Tras el asesinato del heredero austriaco, comenzó la guerra, que puso en marcha el sistema de alianzas diseñado en 1890. La guerra se recibió con grande entusiasmo y tras las ofensivas iniciales se entró en una fase de estabilidad de frentes, en las que las nuevas armas causaron millones de muertos. La retaguardia se vio afectada económicamente  y los estados tuvieron que realizar grandes esfuerzos para sufragar los costes. En 1917, la Rusia Revolucionaria abandona la contienda, pero la entrada de Estados Unidos supuso el fin de la guerra en unos meses.
     Los tratados de paz fueron utilizados por los vencedores para salvar deudas con los derrotados aunque la  rivalidad continuó vigente. Europa se enfrentaba a familias desmembradas, millones de viudas, huérfanas,  mutilados de guerra y economías incapaces de afrontar los gastos de la guerra. Los ciudadanos acusaron a los gobiernos de no evitar la  tragedia y de su inoperancia durante la posguerra. Los sistemas democráticos perdieron popularidad ante nuevas ideologías.  El comunismo, que estaba en auge tras el éxito de la Revolución Rusa, supuso el pánico rojo, es decir el miedo a que la revolución de clases se expandiera por el continente. El fascismo se extendía desde que Mussolini alcanzara el poder en 1922.  Defendía un nacionalismo exacerbado, expansionista, antimarxista, antiliberal y totalitario. Su máximo exponente fue Adolf Hitler en Alemania.

    Los años veinte comenzaron con una crisis a causa de las dificultades para transformar el modelo de producción de guerra, las tensiones tras los tratados de paz y la inestabilidad provocada por la Revolución Rusa. En 1924 se aprobó el Plan Dawes que revisó las condiciones impuestas a Alemania tras el tratado de Versalles. La situación económica mejoró dando lugar a los felices años veinte, en los que se extendió la sociedad de consumo. La recuperación económica supuso acuerdos diplomáticos, como los Acuerdos de Locarno o el Pacto Briand- Kellog. El crac bursátil de New York supuso una crisis económica que se extendió desde EEUU al resto del mundo. Las soluciones se buscaron en el proteccionismo, la autarquía y en políticas insolidarias. El crecimiento de la conflictividad social supuso la radicalización ideológica del comunismo y el fascismo, lo que provocaría un nuevo conflicto.
     El primer  tercio del siglo XX nace la sociedad de masas. La mejora en las condiciones de vida y la producción en serie y en cadena, posibilitaron el acceso al consumo a sectores populares. Las reivindicaciones obreras lograron ampliar las libertades ciudadanas y el sufragio universal se implantó en la mayoría de los Estados. Los partidos decimonónicos fueron sustituidos por partidos de masas. Aparece la cultura de masas ya que se democratizan los espacios de ocio y consumo, ocupados por sectores  populares y sus nuevas aficiones. La cultura experimentó una revolución, tanto en el pensamiento social (Sigmund Freud) como en el ámbito científico (teorías genéticas o geológicas), lo que provocó el despegue  tecnológico del siglo XX. Los artistas, pintores o escultores se encuentran en un desafío al que pretenden dar respuesta que este a la altura del conocimiento científico. La respuesta supone una ruptura absoluta con el lenguaje artístico que se mantenía desde el Renacimiento. Son las vanguardias históricas.  El individualismo implicaba que cada artista debía promover su propia vanguardia de carácter universal y verdadero. El postimpresionismo, el puntillismo, el simbolismo pictórico, el expresionismo, el cubismo,  el fauvismo, el surrealismo, el futurismo  representarían a  una sociedad que vive la revolución por la revolución, la vanguardia por la vanguardia, la universalidad por la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez más pequeños, el ritmo cada vez más rápido.

Comentario de la obra:
    Esta obra un óleo sobre lienzo pintado por Picasso durante una estancia en Fontainebleau. Existen dos versiones, ambas obras maestras de la historia del arte. Se encuadran el el ¨cubismo sintético¨, ya que suponen la despedida de este estilo. Estos cuadros se encuentran en el Museo de Arte de Filadelfia y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La técnica utilizada es el óleo, una mezcla de pigmentos coloreados con aceite de linaza o nuez. Destaca el color brillante y la posibilidad de rectificaciones por superposición de pinceladas, lo que proporciona mayor libertad al pintor. 
     El formato del soporte es cuadrado, centra la visión y logra el equilibrio visual. Desaparece la perspectiva tradicional, ya que se utilizan figuras geométricas y diferentes líneas y superficies para plasmar la realidad. Esto da lugar a una perspectiva múltiple que representa todas las partes de un objeto en el mismo plano. Se utilizan colores muy contrarios y puros (blanco, azul, negro, naranja) aunque prima un tono marrón, propio del cubismo sintético, que constituye el fondo de la escena. La obra representa a tres músicos tocando diferentes instrumentos.  Los músicos aparecen de perfil y de frente a la vez por la superposición de planos. La obra muestra un  mundo cómico ya que el autor muestra a un Arlequín, un Pierrot y un Monje tocando  instrumentos musicales. 

     El primer músico es el Pierrot, enmascarado, representado por rectángulos, cuadrados y triángulos.  Utiliza tres colores: azul, negro y blanco. Sus manos son pequeñas y marrones. La boca se forma por un triángulo. Esta sentado detrás de una mesa tocando un clarinete. A sus pies aparece un perro marrón. Esta figura puede ser Apollinaire. El Pierrot es un personaje clásico del teatro cómico italiano. A continuación viene el arlequín vestido con un traje brillante de rombos naranjas y amarillos y con barba. Toca la guitarra y viste zapatos blancos representados como semicircunferencias. La boca se corresponde con un gran rectángulo marrón. Esta figura podría ser el propio Pablo Picasso. El arlequín también es típico del teatro cómico italiano. Por último, encontramos el monje cantando, que sujeta unas partituras en las que se aprecia el único objeto real del cuadro, las notas musicales. Lleva las vestiduras negras propias de los monjes. Esta figura sería Max Jacob, que entró en un monasterio benedictino el mismo año que Pablo realizó la pintura. Todos los personajes tienen los ojos representados con agujeros del mismo color del fondo o negros, como es el caso del monje. Las narices son cuadradas o rectangulares.
     Picasso utiliza sus conocimientos del collage, ya que los dibujos coloreados de los vestidos de las figuras, forman superficies que parecen hechas con papel pegado y se suceden la una a la otra.  Parece  que hay  un  movimiento interno. Las figuras, en especial las manos, parecen naipes, un simbolismo propio del autor. El único realismo son  las notaciones musicales en un simbólico pentagrama. La entrada en contacto con el mundo del teatro en 1917, al conocer a la bailarina Olga Joklova, le influye en la elección del tema que, ya había sido empleada en su “Época Rosa”. Con el cubismo sintético volvió a una simplificación de las formas, creando un  puzle geométrico que evoca a los músicos de la Comedia del Arte italiana. Los colores no se corresponden con  los límites del dibujo, ya que se pierde  la diferencia entre figuras y  fondo.
Diego Velázquez, pintó los Tres Músicos (1617-1618) en la que también encarnada por tres personajes feos y variopintos, con el fin de provocar risa.

Podemos relacionar esta obra con Guitarra y Mandolina de Juan Gris, un bodegón en el  que se utilizan tonos grises, verdes y marrones. 



  • PABLO VESTIDO DE ARLEQUÍN


    El título de esta obra es “Pablo vestido de Arlequín”  y fue pintada por Pablo Picasso en el año 1924. Se encuadra en el estilo de las Vanguardias Artísticas y se sitúa entre un periodo cubista y clásico. 
    Actualmente se encuentra en el Musée National Picasso de París.

Contexto histórico artístico:
El comienzo del siglo XX supuso un incremento de la tensión internacional que desencadenó en la Primera Guerra Mundial.  Las rivalidades imperialistas y económicas entre las grandes potencias propiciaron la sensación de un inevitable conflicto alimentado por la confianza en la victoria gracias a los avances tecnológicos y la consolidación del nacionalismo exacerbado. Tras el asesinato del heredero austriaco, comenzó la guerra, que puso en marcha el sistema de alianzas diseñado en 1890. La guerra se recibió con grande entusiasmo y tras las ofensivas iniciales se entró en una fase de estabilidad de frentes, en las que las nuevas armas causaron millones de muertos. La retaguardia se vio afectada económicamente  y los estados tuvieron que realizar grandes esfuerzos para sufragar los costes. En 1917, la Rusia Revolucionaria abandona la contienda, pero la entrada de Estados Unidos supuso el fin de la guerra en unos meses. 
    Los tratados de paz fueron utilizados por los vencedores para salvar deudas con los derrotados aunque la  rivalidad continuó vigente. Europa se enfrentaba a familias desmembradas, millones de viudas, huérfanas,  mutilados de guerra y economías incapaces de afrontar los gastos de la guerra. Los ciudadanos acusaron a los gobiernos de no evitar la  tragedia y de su inoperancia durante la posguerra. Los sistemas democráticos perdieron popularidad ante nuevas ideologías.  El comunismo, que estaba en auge tras el éxito de la Revolución Rusa, supuso el pánico rojo, es decir el miedo a que la revolución de clases se expandiera por el continente. El fascismo se extendía desde que Mussolini alcanzara el poder en 1922.  Defendía un nacionalismo exacerbado, expansionista, antimarxista, antiliberal y totalitario. Su máximo exponente fue Adolf Hitler en Alemania. Los años veinte comenzaron con una crisis a causa de las dificultades para transformar el modelo de producción de guerra, las tensiones tras los tratados de paz y la inestabilidad provocada por la Revolución Rusa.
En 1924 se aprobó el Plan Dawes que revisó las condiciones impuestas a Alemania tras el tratado de Versalles. La situación económica mejoró dando lugar a los felices años veinte, en los que se extendió la sociedad de consumo. La recuperación económica supuso acuerdos diplomáticos, como los Acuerdos de Locarno o el Pacto Briand- Kellog. El crac bursátil de New York supuso una crisis económica que se extendió desde EEUU al resto del mundo. Las soluciones se buscaron en el proteccionismo, la autarquía y en políticas insolidarias. El crecimiento de la conflictividad social supuso la radicalización ideológica del comunismo y el fascismo, lo que provocaría un nuevo conflicto.

     El primer  tercio del siglo XX nece la sociedad de masas. La mejora en las condiciones de vida y la producción en serie y en cadena, posibilitaron el acceso al consumo a sectores populares. Las reivindicaciones obreras lograron ampliar las libertades ciudadanas y el sufragio universal se implantó en la mayoría de los Estados. Los partidos decimonónicos fueron sustituidos por partidos de masas. Aparece la cultura de masas ya que se democratizan los espacios de ocio y consumo, ocupados por sectores  populares y sus nuevas aficiones. La cultura experimentó una revolución, tanto en el pensamiento social (Sigmund Freud) como en el ámbito científico (teorías genéticas o geológicas), lo que provocó el despegue  tecnológico del siglo XX. Los artistas, pintores o escultores se encuentran en un desafío al que pretenden dar respuesta que este a la altura del conocimiento científico. La respuesta supone una ruptura absoluta con el lenguaje artístico que se mantenía desde el Renacimiento. Son las vanguardias históricas.  El individualismo implicaba que cada artista debía promover su propia vanguardia de carácter universal y verdadero. El postimpresionismo, el puntullismo , el simbolismo pictórico , el expresionismo, el cubismo,  el fauvismo, el surrealismo , el futurismo  representarían a  una sociedad que vive la revolución por la revolución, la vanguardia por la vanguardia, la universalidad por la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez más pequeños, el ritmo cada vez más rápido.

Comentario de la obra:
    Paulo nació en 1921 y fue hijo de Picasso y de la bailarina rusa de los ballets de Serguei Diaghilev, Olga Koklova,  con la que el artista había contraído matrimonio en 1918. El niño contaba con tres años de edad  cuando su padre llevó a cabo este retrato en el que se aprecian varios arrepentimientos, ya que la obra no está terminada. La técnica utilizada es el óleo, una mezcla de pigmentos coloreados con aceite de linaza o nuez. Destaca el color brillante y la posibilidad de rectificaciones por superposición de pinceladas, lo que proporciona mayor libertad al pintor. El formato del soporte es vertical, lo que genera equilibrio y elevación. La composición es en diagonal, pero no se aprecia mucha inclinación. El género es retrato. La profundidad se logra gracias a la perspectiva caballera y el volumen de la figura representada. Se utilizan colores complementarios y brillantes, como el amarillo y el azul del traje de arlequín.
     El pequeño lleva un vestido cirquense o de baile de disfraces,  entre un elegante arlequín y un delicado payaso. Se apoya en un sillón inacabado, de líneas barrocas a la francesa.  Hay  un doble fondo,  el  propio respaldo del mueble y una aparente pared bosquejada con sencillez. El traje  presenta un amplio cuello y los puños blancos que contrastan con las pequeñas y rosadas manos del niño, así como su rostro infantil  de facciones bien construidas,  en las que resaltan los ojos oscuros , unas finas cejas  y el cabello castaño rojizo bajo un sombrero. El vestido está formado por rombos amarillos y azules separados por líneas negras muy marcadas. El pequeño sofá esta sin terminar, solo se ha coloreado el asiento en sí. Observamos las líneas del boceto y el arrepentimiento en los pies del niño.
      El cuadro fue pintado en París y pertenece a la primera parte de la tercera década del siglo XX, cuando el maestro alternaba en su obra el cubismo con su característico estilo clásico, Dentro de este ultimo estilo representó maternidades y retratos de familias y amigos.
Hay rasgos similares con Maternidad o este retrato de Paulo, en el que se aprecia un estilo más clásico. Con colores suaves y facciones bien perfiladas. 
















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